El gran hombre miraba por la ventana
pero para Ella el mundo se acababa
a los bordes de su amplia túnica griega
cuyos pliegues dormidos
recordaban la quietud del mar.
Él sin embargo
miraba a través de la ventana
con la mirada tan lejos de aquél lugar
que los labios parecían una concha
que albergaba el rugido;
y el horizonte en la copa
estaba inmóvil.
Y el amor de Ella
tan sólo era un pez
quizá capaz de surcar el mar
acechando el barco
y alcanzarlo
rompiendo la marea con su cuerpo...
sin embargo Él
ya había pisado tierra firme.
Así el mar se hizo mar de lágrimas.
Pero como bien se sabe
justo en el momento de desasosiego
aparece el viento a favor,
y el gran marido abandonó Cártago.
Ella se quedó de pie
ante la hoguera que sus soldados
encendieron bajo los muros de la ciudad
y vio como la marea de las llamas,
temblando entre el fuego y el humo,
iba consumiendo Cártago
mucho antes de la profecía de Catón.
Dido y Eneas - Joseph Brodsky Traducción A.K.
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Dido y Eneas - Joseph Brodsky
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