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miércoles, 16 de junio de 2010

Imaginemos.


Harry Houdini (1874 - 1926)

Sí; a veces el pensamiento más disparatado, la idea más imposible se apodera de nosotros con tal fuerza que acabamos por creerla realizable...
Más todavía : si esa idea se asocia a un deseo violento, apasionado, en ocasiones la acepta uno como algo fatal, necesario, impuesto por el destino, como algo que no puede por menos que suceder. Es posible que medie en ello alguna coincidencia de presentimientos, un inusitado esfuerzo de la voluntad, una autointoxicación de la propia fantasía o algo por el estilo, no lo sé; pero aquella noche, que jamás olvidaré en mi vida, hubo de sucederme algo prodigioso. Aunque se explica perfectamente por la aritmética, sin embargo sigue siendo para mí algo prodigioso.
(...)
El juego se da, por ejemplo, rojo, y sigue saliendo durante diez y hasta quince veces seguidas. Anteayer mismo oí decir que durante la semana pasada el rojo se dio veintidós veces consecutivas. Era el hecho sin precedentes en la ruleta, y lo contaban con asombro.
Como se comprende, todos abandonaron en seguida el rojo y hasta pasadas diez vueltas, por ejemplo, casi nadie se atrevió a apostar por él. Pero los jugadores expertos tampoco apuestan al negro, el color contrario. El jugador experto sabe lo que significa ese "capricho de la suerte". Parece, por ejemplo, que después de dieciséis veces seguidas de salir el rojo, la número diecisiete debería corresponder al negro. Así piensan los expertos, que duplican y triplican en masa sus posturas y pierden de un modo terribe.
En cuanto a mí, movido por un extraño capricho, al advertir que el rojo había salido siete veces seguidas, me aferré a él con toda intención. Estaba persuadido de que esto se debía en gran parte al amor propio; quería asombrar a los presentes con aquel riesgo insensato,y - ¡oh, extraña sensación! - recuerdo perfectamente que, en efecto, sin que interviniera para nada el amor propio, me acometió de pronto una espantosa ansia de correr el peligro. Es posible que al pasar por tantas sensaciones el alma no se sacie, sino que se irrite con ellas y exija más todavía, sensaciones más y más fuertes, hasta el agotamiento total.

"El jugador [Игрок, Igrok]" - Fiódor Dostoievski, 1867

1 comentario:

  1. Escribes eso porque te ha tocado leerlo en literatura rusa, yo prefiero quedarme con El idiota de Dostoiewski cuyo autor es desconocido hasta la fecha. Pd. no estaría de más que me hicieras cierta publicidad.

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